lunes, 22 de noviembre de 2010

El valor de la laboriosidad

Esta mañana me llamó la atención algo que me puso a reflexionar sobre el valor de la laboriosidad, que hoy deseo compartir con ustedes.

En el Conjunto Residencial donde vivo viene una empresa que es la encargada de limpiar los pasillos, ventanas, sótano y escaleras de los edificios, cada lunes viene la empresa y son por lo general hombres quienes hacen ésta tarea, tienen un horario y un calendario de actividades que ponen en la cartelera que dice cuando deben limpiar el sótano, (una vez por mes), cuando deben limpiar los ventanales que hay en cada piso, (cada 15 días ), los rodapies, etc..la limpieza la hacen a las 6 y 30 de la mañana, antes de que nadie salga de su casa.

Siempre en la noche del domingo,  recogo el tapete de la entrada y lo meto dentro de casa, para evitarle la tarea al Sr. de la limpieza de tener que recogerlo el lunes,  lo cierto es que me llama la atención observar que no barren antes de pasar la mopa mojada, sino que limpian sobre el suelo asi nada más, luego observé que los tapetes de la entrada del edificio que son anchos, no los recogen para limpiar debajo de ellos,  tampoco recogen el pequeño que está al comienzo de la escalera hacia el Primer Piso  ni los que están a la entrada de cada apto,  es más hoy me dí cuenta que el Sr. pasó la mopa mojada sobre el tapete de las escaleras, es decir, no lo retiró ni barrió ni sacudió, sino que lo coleteó por encima como si fuera parte del piso, por supuesto que se mojó, al levantarlo descubrí que parte de la basura de la entrada como pequeñas hojitas de matas que a veces se vienen pegadas de los zapatos cuando alguien entra, estaban allí debajo del tapete, además de tierra, arena, trocitos de papel, en fin todo lo que ha debido ser barrido, estaba arrimado debajo del tapete. Por supuesto que me dí a la tarea de limpiar todo y dejarlo en orden, justo después que se fue el Sr. que limpia.

Luego me puse a pensar: Deberé decirle a la administración del Edificio lo que sucede? Se supone que debería decirlo sobre todo porque cada apartamento paga una cuota por limpieza de áreas comunes, pero  la verdad es que son pocos de los que habitan en éste Edificio que se preocupan por la limpieza,  luego pensé que es probable que si alguien se queja, éste Sr. pueda perder su empleo, y no será por mi causa precisamente que eso ocurra, asi que decidí callar.

Pero me puse a pensar en lo importante que es el valor de la laboriosidad, pero... qué es la laboriosidad?
Las deficiones comunes dicen lo siguiente:  "Actividad, diligencia, esfuerzo, minuciosidad, puntualidad, seriedad, solidez", todas éstas cualidades relacionadas con el trabajo o la tarea.

Actividad o desempeño en la tarea, pero no de cualquier modo, sino con diligencia, con esfuerzo, con minuciosidad, cuidado, seriedad, hacer las cosas del mejor modo posible, poner amor en lo que hacemos, poner empeño, dedicación, para qué? para hacerlas bien, no por los demás, aunque el reconocimiento siempre nos halaga y distingue, sino para satisfacción personal, yo creo que lo más importante de todo, es la satisfacción que brinda el hacer las cosas bien, con esmero, del mejor modo que somos capaces, independientemente de que el trabajo nos guste o no. Es una cuestión de valores, de mística por la tarea a desempeñar. Pero que veo que en muchos casos no existe o no se siente, o quizá nunca haya sido inculcado como un valor.

Recuerdo que cuando era niña nuestra maestra nos ponía ejemplos de laboriosidad enseñándonos cómo son de labioriosas las abejas y las hormigas,  siempre con esa paciencia, haciendo su trabajo con atención, con cuidado, con esmero, ayudando a quien lo necesite, porque no sólo es laborioso quien se ocupa de hacer bien su tarea sino también de ayudar a otro que necesite en la suya, compartir y apoyarse, de allí esa fábula por todos bien conocida, de la Cigarra y la Hormiga, la cigarra se pasaba el tiempo cantando, mientras la hormiguita pasaba con su carga de alimentos que iba almacenando para el invierno, la cigarra se burlaba de ella porque no disfrutaba de la vida, cuando llego el invierno la cigarra tuvo que acudir a la ayuda de la hormiga para no perecer de hambre y frío, porque no tenía nada que comer ni donde cobijarse, por vivir feliz la vida sin preocuparse de nada, sin tomar previsiones. La laboriosidad de la hormiguita le permitió poder disfrutar abrigada y sin hacer nada el largo invierno y todavía compartir con su amiga la cigarra.

Aprender a hacer lo mejor posible nuestras tareas es algo que debemos llevar con nosotros siempre,  poner el mejor esfuerzo en ello, a veces un trabajo no nos gusta pero si somos responsables de él, debemos hacerlo con esmero y cuidado, cuidando los detalles, y no guardando la basura debajo de los tapetes, ni pasando la mopa mojada por encima de ellos por la pereza de levantarlos o apartarlos. Decía mi madre " El que es flojo trabaja doble" y es cierto, aunque en algunos casos muchos perezosos tienen la suerte de que nadie les descubre ni dice nada, y pueden seguir asi mucho tiempo.


Uno de los sitios donde tuve la ocasión de observar el valor de la laboriosidad fue en un Centro de Rehabilitación de Drogodependientes para jóvenes entre 15 y 18 años de edad. Por ese entonces trabajaba como voluntaria en ese lugar dando clases de materias humanísticas, ya que los chicos allí internados seguían sus estudios por Libre Escolaridad en el Centro, fue un tiempo muy especial para mí, sobre todo porque convivía con jóvenes que bajo efectos de drogas incluso algunos habían asesinado a personas para robarles, cosa que supe después, ya que esas cosas eran privadas y sólo las manejaban el personal médico del Centro como Psicólogos  y Psiquiatras. Allí les daban una terapia en grupos, donde todos aprendían de todos, y se les inculcaban valores, como el respeto, la autoestima, la confianza en sí mismo, la laboriosidad, la humildad, la creatividad y otros valores importantes que seguramente ninguno de ellos había aprendido en su hogar antes de ingresar en el Centro. Ellos tenían turnos para cocinar, limpiar el Centro,etc;  estudiaban, hacían deportes, todo dentro del Centro, con ocasionales salidas grupales con personal del Centro, y dependiendo de su evolución podían ir a visitar a la familia los fines de semana.

Y ahora mientras escribo ésta reflexión me viene a la memoria como era el aspecto de la laboriosidad, recuerdo que cuando llegaba a dar mis clases, de tarde, a veces estaba uno de los chicos limpiando los pasillos de entrada al Centro, que eran de ese cemento rojo, que ellos pulían con cera roja, y como no tenían pulidoras, con una manta vieja de lana, uno de los chicos se sentaba encima y el otro jalaba los extremos y asi hacía peso sobre el piso hasta dejarlo reluciente, que te podías mirar en un espejo. Ver aquello era algo que me hacía pensar en lo ingenioso que podían ser éstos chicos para lograr sus objetivos, que era dejar ese piso reluciente, como un espejo, la laboriosidad se respiraba en cada rincón de ese Centro, no tenían pulidoras era justamente para enseñarles a ellos a ser creativos e ingeniosos, y de que se las apañaban no hay duda. 

Lo mismo en el comedor, ponían la mesa con una meticulosidad, cuidando el lugar de los cubiertos, vasos, y si algún plato estaba sucio o mal lavado, era devuelto a la cocina y el superior (otro chico con más tiempo en el Centro, ellos iban escalando peldaños)  del que estaba de turno lavando los platos, tenía el deber de hacerle ver la falla al compañero el cual debía repetir la tarea. Los familiares no podían llevarles ropa ni zapatos de marca, porque se enseñaba la humildad, era importante aprender que una prenda de vestir si cumplía la funciones y era buena, es decir de buena calidad sin ser de marca, eso era sufciente, cosa que no vemos en los chicos de hoy, quienes tener una marca Adidas o Nike u otra es esencial y primordial para ser "alguien", para muchos chicos del Centro también había sido asi, pero la idea era desprogramarles esas enseñanzas y enseñarles que hay que ser agradecidos con lo que se tiene, si luego ellos al salir del Centro ya rehabilitados, trabajaban y deseaban comprarse algo de marca y podían hacerlo, era un acto consciente y de responsabilidad personal, dejando claro que no iban a dejar de pagar cuentas o de comer por comprarse algo de marca.

Muchos entendidos de tratamientos y terapias opinaban que era devastador ese tratamiento para los chicos, porque les ocasionaba daños en su personalidad, yo pienso que el daño ya lo traían de afuera cuando ingresaban presos de la adicción, confundidos  y sin valores de vida. Tuve la suerte de volver a ver  en el tiempo a algunos de mis alumnos de ese entonces, convertidos en unos hombres de bien, pero lo que más me llamó la atención de lo que me contaban, era lo bien que les iba en sus trabajos, eran apreciados por sus jefes, y casi todos se ganaban la confianza y el respeto de los superiores, por la excelente ejecución de la tarea y lo laboriosos que eran, ascendiendo rapidamente de cargo por sus méritos. Lo que se esmeraban en hacer las cosas, la dedicación, empeño y esfuerzo que ponían en sus tareas, era algo admirable, muchos de los valores aprendidos e internalizados en el Centro, como la laboriosidad, creatividad, responsabilidad, confianza en sí mismos, les abrió las puertas a un modo de vida y a una estabilidad laboral que les ayudó a ser hombres de bien.

Nunca he podido olvidar aquél piso de cemento rojo de la entrada del Centro, donde podía verme reflejada como en un espejo, un espejo que sólo reflejaba a las hormigas y a las abejas de ese lugar, las que hacían la diferencia con el mundo exterior.

Les dejo un abrazo en la luz, 

Dina  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena informacion felizidades a la persona q la publico

Luz en Palabras dijo...

Gracias a tí por la visita.
Un abrazo en la luz.