lunes, 13 de junio de 2011

La magia de la escritura

Hoy me he despertado pensando en la magia que tienen las palabras escritas. Y es que escribir desde el alma y el corazón siempre nos llena de una sensación tan placentera y gratificante que nos permite ser.
Hablaré por lo que siento yo, porque es claro que aunque puedo tener una idea de cómo pueden sentir los demás yo no soy ellos.


 Cuando siento ese deseo de escribir puede ser que esté aguijoneada por un sentimiento en particular, puede ser un recuerdo de un amor perdido, un instante maravilloso jamás olvidado, una tristeza que no se va, o una alegría que llega para quedarse, también puede ser que el tedio me empuje a veces a escribir sobre lo que veo, una nube oscura, un niño jugando, una fruta madura, una tarde callada, etc...
También suele ocurrir que puedo a través de un sueño recibir un mensaje de uno de mis guias espirituales que me dicen sobre qué puedo escribir y son esas veces que escribo en éste blog. 

Y es que para dejar salir en forma de letras lo que sentimos y plasmarlo en un papel eléctronico o no, sólo basta querer hacerlo, entonces todo el torrente de emociones, sentimientos, pasiones, ideas, musas, todo fluye suavemente como en un acto de magia.


 Hacer catarsis de letras es para mí un buen ejercicio espiritual. Y no hay que ser poeta ni escritor consumado para escribir. Escribir es sólo el vehículo que tenemos para plasmar lo que pensamos, lo que soñamos, lo que anhelamos, lo que deseamos, lo que somos.

En cuanto a poesía debo decirles que yo no sé de métricas ni rimas, ni sé hacer sonetos, no sé realmente nada de formas, sólo sé de contenidos, de esos contenidos donde se cuela mi alma despacito y poco a poco se queda dormida en forma de vocales y consonantes que juegan desde mi corazón a ser yo sobre el papel.
Todos sabemos que la voz tiene una fuerza poderosa, todo lo que decimos tiene una energía muy grande donde van impresos nuestros deseos o sentimientos, las palabras dichas pueden destruir o construir dependiendo de la intención del que las emite, pues lo mismo creo yo que ocurre con las palabras escritas y éstas son más fuertes porque permanecen impresas, las palabras dichas se las lleva el viento muchas veces y las deposita allí en un rincón del baúl de los recuerdos, a veces las buscamos para recrearnos en ellas si fueron palabras dulces y hermosas, pero ya no las encontramos, y entonces pensamos: Sería ésto lo que me dijo esa vez? o aquello? , pero cuando las tenemos escritas y las buscamos, entonces las leemos una y otra vez entre líneas amarillas y viejas, pero que hermoso se nos hace volver a sentir esas emociones que creíamos olvidadas, las mismas que sentimos el día que recibimos esas líneas.
Las palabras escritas sirven de ayuda para aclarar un problema, para darnos luz en un camino oscuro, para ayudarnos a avanzar cuando estamos confundidos, nos alientan y dan ánimos.


Escribir desde el alma, ser uno mismo cuando escribe, ser sentimiento puro que vuela, ser corazón que sangra desde las letras, ser sueño que llega anidando esperanzas, ser pluma, tinta, teclado, papel, pantalla, pero ser nosotros, ser lo que somos, lo que tenemos en nuestro interior, lo que ofrendamos al lector, eso es y será siempre más importante a mi juicio que las formas perfectamente estructuradas y sin errores, aunque no dejo de reconocer su valor e importancia en la poesía y la literatura en general.


 Hacer catarsis del alma en las letras nos eleva, nos sublimiza, nos hace sentir que somos y existimos, estamos allí en cada coma, en cada acento, en cada consonante, en cada grafema que plasmamos y por eso cuando leemos un poema de otro muchas veces sentimos algo especial que nos habla de esa persona, que nos dice cómo es, qué siente, qué piensa, si somos un poco observadores y leemos con el corazón abierto lo que el otro escribe, entonces hasta podríamos llegar a enamorarnos del alma que guia esa pluma o de las manos que pulsan las teclas, podríamos intuir cómo es ese que está dejandose fluir en ese escrito,  poema, en esa prosa, en esos versos, en esa catarsis mágica del ser que todo lo da sin reservas en sus letras. Y no necesitaríamos ver el rostro o saber la edad, o su estado civil, o si es feo-a o guapo-a, todo eso se opaca con su escritura, pierde importancia, porque lo que brilla es el alma del escritor, esa alma que se desliza en sus letras y nos deja ver la luz de su interior, una luz que puede mecernos en las manos del amor, embelesar nuestros ojos y enternecer nuestro corazón.


El toque mágico de la escritura siempre será la energía que la acompaña, esa que fluye desde nuestro cosmos interno y que hace brillar a nuestro ser espiritual en ella regalando esos reflejos a los ojos que nos leen.


Escribir siempre será esa conquista del Universo Interior nuestro y del Universo Exterior, la magia está en la pluma, en el alma, en SER.

"Para mí, el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate, sino la música que hacen las palabras." Truman Capote.


Que la luz los acompañe,
Dina 

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